Luis Hernández Español
Basta recordar que, al final del siglo II y principios del siguiente, las clases elevadas embellecieron sus moradas con suntuosos mosaicos. En época de la dinastía Severiana (193-235) se datan la mayoría de los mosaicos policromados de Itálica y los de Córdoba, que son muchos y muy variados, y por su extensión debian de ser muy costosos.
Los dueños de estas suntuosas mansiones tenían la sensación de que el dinero perdía su poder adquisitivo y los gastaban en embellecer sus casas, con mosaicos, hechos con las técnicas más avanzadas.
La técnica del mosaico en color es de origen sirio y llegó a Hispania, quizá a traves del norte de África, a finales del siglo II. La introducción de la policromía en el mosaico igualmente se data en años de crisis económica, como fueron los años de Marco Aurelio y de Cónmmodo, en Hispania, acentuada por el corte casi total de los productos hispanos, posiblemente motivados por las bandas de Materno, dedicadas al saqueo y por las incursiones de robo procedentes de Mauritania. El corte que encontramos a final del siglo II en el arte de los mosaicos, con técnicas, extensión y motivos decorativos nuevos, es un símbolo del corte que en el Imperio significó la dinastía severiana.
Hasta este generalización en el uso del mosaico en colores, los mosaicos en blanco y negro acusan influencias itálicas, lo cual está en consonancia con una época, la de los Antoninos, que marca el apogeo de la explotación hispana del aceite, del vino y de las conservas a la capital del Imperio.
La crisis del siglo III alcanza en la Península Ibérica su momento álgido entre los años 260 y 280. Poco antes, la producción de las minas hispanas decayó vertiginosamente. Todo el Imperio entró en una pavorosa decadencia, acentuada en Hispania por los saqueos de francos y alamanes. La invasión franco-alamana repercutió muy desfavorablemente en las ciudades, que redujeron su casco urbano. Tampoco se conoce ningún mosaico fechado con seguridad en estos decenios y las poblaciones perdieron la costumbre de poner estelas sobre las tumbas de sus familiares o amigos difuntos.
Los años del gobierno de la Tetrarquía y los de Constantino, a partir del año 283, trajeron consigo una gran recuperación que se acusó inmediatamente en el arte, sobre todo en la arquitectura y el mosaico.
A juzgar por los hallazgos arqueológicos, los años del gobierno de Diocleciano y de Constantino coinciden con un nuevo y último florecimiento de la vida de la ciudad en Hispania, bien manifestado en el arte de las ciudades.
En época tetrárquica se generalizó el que los ricos habitasen las villas rústicas, huyendo de las cargas municipales, debido al hecho de que la agricultura se convirtió en Occidente en casi la única base de la vida económica. El amor al campo, como escribió Julio Caro Baroja, fue una de las grandes herencias de la Antigüedad. Este amor al campo y a las faenas agrícolas de los romanos en época imperial ha quedado bien indicado en la frecuencia con que se representan las estaciones en mosaicos.
El número de villas rústicas con suntuosos mosaicos es grande y están repartidas por toda la Península Ibérica, pero abundan principalmente en la mesete, a donde se desplazó el eje económico.
Los mosaicos permiten hacerse una idea muy exacta de los gustos, de las corrientes artísticas y religiosas y de las relaciones comerciales de la sociedad hispana del final de la Antigüedad. Esta sociedad era, en gran parte pagana, como se deduce también del Sínodo de Elvira, fechado en la primera década del siglo IV, en el que los obispos, representantes de las diversas iglesias, proceden en su mayoría del sur de la Península Ibérica.
El paganismo queda bien patente en la sociedad hispana del siglo IV, en la gran cantidad de temas paganos que se documentan en los mosaicos:
- Leyenda de Belerofonte- Ucedo.
- Leyenda de Pegaso- San Julián de Valmuza.
- Leyenda de Orfeo- Torre de Palma, La Alberca y Arnal.
- Leyenda de la despedida de Dionisios y Ariadna- Mérida.
- Triunfo de Dionisios- Alcalá.
En los mosaicos del Bajo Imperio, el tema de la caza es frecuente; baste recordar el fabuloso mosaico con cacería de leones, tigres, avestruces y ciervos de Hipona; la caza de tigres del palacio imperial de Constantinopla, con un estudio exquisito del colorido, o la caza del oso, león y tigre de la villa contantiniana de Antioquía. La caza era símbolo de los grandes señores, casi feudales, del Bajo Imperio, dueños absolutos de haciendas y de la vida de los colonos, asentados en los latifundios, que dependían de ellos totalmente. La afición de los hispanos por la caza fue famosa en todo el mundo antiguo. Toda Hispania, al decir del geógrado griego Estrabón, contemporáneo de Augusto, era un gigantesco coto de caza, abundando los caballos y los corzos.
La mayoría de los mosaicos hispanos del Bajo Imperio acusan una fuerte influencia africana, posiblemente por proceder de África los esclavos y sus cartones, que confeccionaban los pavimentos. Esta influencia es bien clara en alguno mosaicos, como en el de Arróniz, con palmeras, y en el de Dueñas, con máscaras de Océano y Nereidas cabalgando sobre toros y tigres marinos entre delfines y otras clases de peces. Este mosaico de Dueñas responde muy de cerca a una moda de temas marinos muy generalizada en África.

Mosaico de la Villa de Dueñas. Máscara de Océano y Nereidas.
Esta influencia africana en Hispania está dentro de unas intensas corrientes religiosas, económicas y culturales que unían la Península Ibérica con África, principalmente a partir de los Severos, oriundos de la Leptis Magna y muy vinculados con Hispania, sobre todo el fundador de la dinastia, Septimio Severo, donde, antes de ser emperador, había desempeñado importantes cargos en la administración. Esta influencia africana en Hispania obedece al buen momento económico que África tuvo a partir de 260 hasta la llegada de los árabes.
El número de mosaicos hispanos del Bajo Imperio es grande, lo que indica que los talleres de artistas ambulantes eran muchos y trabajaban bien. Revelan un florecimiento del arte del pavimento y la existencia de una sociedad dueña de los latifundios capaz de gastarse el dinero en obras que, eran muy costosas.
En el siglo V acaecieron algunos fenómenos que rompieron la evolución normal de la sociedad hispana. La legislación antipagana de Teodosio debió repercutir desfavorablemente en el arte, pues los temas tomados de la mitología tendieron a desaparecer. A comienzos de ese siglo, la situación del campesinado, aplastado por la gran cantidad de tributos, era tan desastrosa que, al decir de Orosio, recibió a los bárbaros invasores, en el año 409, como a libertadores. Los suevos, vándalos, alanos y visigodos, hasta el definitivo asentamiento de estos úlitmos, en tiempo de Eurico, se dedicaron a arrasar la Península. La mayoría de las ricas villas del siglo anterior fueron saqueadas y tan sólo hay tres mosaicos que con seguridad se pueden datar en los siglos V y VI. Al destrozo sistemático de los pueblos invasores se unieron, en toda la cuenca del Ebro y del Duero, los movimientos campesinos, ocasionados por la caótica situación económica y social. El arte del mosaico desapareció completamente en el siglo V. Esta "Barbarización" de la sociedad hispana ha quedado magnificamente reflejada en los mosaicos, como en el arte del de Santiesteban del Puerto (segundo cuarto del siglo V). Los temas están tomados de la mitología clásica per hay ya una descomposición absoluta en el dibujo.
Bibliografía:
BLÁZQUEZ, José María (1993): Mosaicos romanos de España. Ediciones Cátedra, Madrid, pp 15-27.
HANOUNE, Roger; SCHEID, John (2005): La Antigua Roma. Cómo vivían los romanos. RBA Libros, Barcelona, pp. 92-97.
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