La caza en los Mosaicos Romanos durante el Bajo-Imperio

Luis Hernández Español

Los pavimentos figurados que cubrían los suelos de los edificios públicos y privados romanos iban decorados con temas sacados preferentemente de la mitología, pero también de la vida cotidiana como lo son las faenas agrícolas (vendimia y trabajos asociados ya han sido explicados en otra entrada dentro de este Blog-"Reflejo del vino y la vendimia en los mosaicos romanos") y pesqueras, los banquetes, los espectáculos de circo y de anfiteatro.
La elección de los temas mitológicos atestigua su conocimiento de la cultura clásica, mientras que las escenas realistas reflejan las actividades de latifundistas que vivían en espléndidas mansiones y empleaban su tiempo entregados a la administración  de las fincas, a los banquetes, al juego y a la caza. 
A partir del siglo III d.C., las escenas de caza son particularmente abundantes en los mosaicos del Norte de África, aunque tampoco faltan en la Península Itálica e Hispania. Los motivos de decoración musivarios respectivos a la caza no son una creación romana, ya que el origen iconográfico de estas representaciones hay que buscarlo en la pintura y en los mosaicos de época helenística. Es en esta época cuando empiezan a representarse las cazas de los pequeños propietarios helenísticos junto a las principescas de Asia. El repertorio helenístico incluye emblemata con escenas de combates entre animales o cacerías de leones y ciervos.
Las composiciones romanas de tipo tradicional derivan de estos prototipos helenísticos y asiaticos, por ejemplo algunos mosaicos africanos de época temprana  con luchas de fieras, que han sido realizados, como sus antecedentes helenísticos para ser vistos en una pared como si fueran cuadros; e incluso pavimentos ya del siglo IV d.C.
El Museo de Arte Romano de Mérida cuenta con dos mosaicos impresionantes de la Villa del Hinojal:
  1. Se representa a un cazador a pie, clavando la lanza en un jabalí que se se avalanza sobre él. Esta primera escena tiene lugar en un paisaje campestre, con matorrales y una serie de encinas al fondo.
  2.  Se muestra a un cazador a caballo alanceando a una pantera en un paisaje con árboles y plantas. El jinete, con diadema en la cabeza, viste túnica corta, bracae, y lleva clámide sujeta al hombro derecho mediante una fíbula.Toda esta escena respira un aire orientalizante y recuerda a las cazas principescas de Asia.


Detalles del Mosaico de la caza del jabalí de la Villa del Hinojar
Fuente: http://ceres.mcu.es/pages/Viewer?accion=4&Museo=&AMuseo=MNAR&Ninv=CE27922&txt_id_imagen=5&txt_rotar=0&txt_contraste=0 [consultado 14/12/2017]

En Occidente, donde el tema de la caza se introduce en época de los Severos, la forma de concebir la escena figurada difiere totalmente del modelo anterior helenístico. Frente a los emblemata helenísticos, la gran innovación de los mosaistas romanos reside en dividir la superficie representada en frisos corridos o registros superpuestos o en utilizar pequeños paneles yuxtapuestos. Frente a los cuadros estáticos de época helenística-la foto fija de la cacería-, los mosaistas romanos buscan la narración de una cacería. Para ello se utilizan varios recursos, unos simples como es la yuxtaposición de varios paneles con los que se intenta dar una idea completa de la historia que se cuenta, como por ejemplo en el Mosaico del Auriga de Conímbriga, un mosaico datado en el siglo III d.C..En este mosaico se representan en torno al emblema central cuatro escenas de una cacería.
Otras veces se utilizan recursos más elaborados, por ejemplo, los frisos superpuestos en donde se relata de forma contínua, como si fuera una película, el desarrollo real de la cacería con inclusión de los diversos episodios que en ella tienen lugar:

  • Mosaico de El Djem, datado a mediados del siglo III d.C. que representa la cacería de la liebre.
  • Mosaico de Cartago-Kheredine.
En numerosos mosaicos también aparece representada Diana, la divinidad protectora de la caza por su carácter de diosa cazadora, es representada, entre otros mosaicos en:
  • Mosaico de las Estaciones de Antioquía.
  • Mosaico de la Pequeña Caza de Piazza Armerina, del siglo IV d.C.
Mosaico de la Pequeña Caza (Villa de Casale de Armerina)
Fuente: http://www.lasicilia.es/piazza_armerina [consultado 16/12/2017]

Esta nueva forma de concebir el cuadro decorativo del mosaico requiere grandes superficies acopladas normalmente a los suelos. La nueva moda de poner el énfasis en el carácter narrativo de la acción, supone la pérdida del carácter heroico que la escena tenía en época helenística, al aparecer ahora el cazador vestido con el traje típico de la época y al utilizarse en la caza medios tan poco heroicos como son las redes. Asistimos a un proceso de "democratización" del tema de la caza, una ocupación noble reservada a reyes y príncipes helenísticos que en el siglo III d.C. pasa a convertirse en una de las actividades predilectas de los ricos propietarios agrícolas romanos, a los que les gusta verse representados en los pavimentos de sus casas participando en cacerías y vestidos de cazadores y estando acompañados de sus amigos o familía. Así aparecen entre otras escenas la caza del zorro con perros, la cacería del jabalí, el descanso de los cazadores o los criados transportando a la presa muerta delante de una espléndida villa. 
La musivaria romana ofrece a partir de la primera mitad del siglo III d.C. otro tipo de escenas cinegéticas en las que intervienen un gran número de figuras y de animales exóticos, que configuran distintos episodios con las que se busca producir el máximo efecto de movimiento y de acción. Las nuevas representaciones constituyen una ilustración de la caza como una actividad típicamente aristocrática. La cazas realistas suponían una clara alusión al poder de los propietarios agrícolas.
Según Dunabin, la constante y creciente demanda de tales escenas les proporciona una amplia difusión y un predominio cada vez mayor sobre las cazas realistas, aunque nunca las excluyen totalmente. El carácter narrativo es sustituido en estas representaciones por la síntesis, es decir que lo que se pretende  no es contar todo, sino ofrecer mediante unas cuantas alusiones, la imagen más completa de la cacería. Un ejemplo de este nuevo tipo de caza representada lo ofrece la musivaria hispana del siglo IV d.C. ejemplificada en el pavimento de Pedrosa de la Vega (Villa de La Olmeda). En este mosaico, el autor ha tomado distintos grupos de caza y ha pretendido formas con ellos un conjunto de resultado un tanto inconexo: un jinete alanceando a un tigre; un cazador caído defendiéndose con su escudo de un leopardo. Otro grupo dentro de este mosaico está integrado por: un cazador que arremete contra un oso; también se representa a un león atacando a un ciervo. Este segundo grupo recuerda mucho al mosaico de Apamea en Siria.
El centro del mosaico de Pedrosa de la Vega está ocupado por dos figuras afrontadas, en este caso son un ciervo y un jinete, en posición casi heráldica; el jinete acaba de clavar su lanza a un leopardo; otro jinete se defiende en el suelo con escudo y puñal del ataque de un leopardo; jabalí acorralado por perros, a alguno de los cuales ha dado muerte y por último la figura de un león con una lanza, mirando al espectador.
Se trata de un tipo de caza, en la que raramente podrían participar los ricos propietarios agrícolas del lugar, ya que en ellas intervienen fieras que no se daban en la fauna autóctona.
Según autores, como Wilson, lo que el propietario del mosaico buscaba con este tipo de escenas de creciente irrealismo era evadirse de la realidad cotidiana a un mundo imaginario, es decir, sería una especie de "escapismo". Es posible que las fieras y todos los animales exóticos que aparecen representados en los mosaicos fueran conocidos a través de los espectáculos del anfiteatro en donde se ofrecían varios tipos de juegos con intervención de un gran número y clases de animales. Dunabin defiende que la influencia de las venationes desarrolladas en los anfiteatros en los mosaicos con escenas referentes a la caza es muy claramente perceptible. También hay que tener en cuenta la utilización por los artesanos de los mosaicos africanos, itálicos e hispanos de cartones o modelos procedentes de Oriente en donde si existía las fieras que aparecen en numerosos mosaicos occidentales.
No hay que olvidar tampoco que algunos aristócratas y ricos propietarios occidentales desempeñaron cargos relevantes en Oriente durante todo el reinado de Teodosio (379-395 d.C.). Es posible que les gustase ser representados en los suelos de sus propiedades de Occidente, participando en cacerías de animales feroces y exóticos, en las que sí habían tenido ocasión de participar. Escenas con las que se buscaban impresionar a sus invitados. Esto conduce inevitable al papel que el propietario jugaba en la elección de los temas o, lo que es lo mismo, al grado de intervención o de control sobre el mosaísta.
Según Dunabin, el incremento a comienzos del siglo III d.C. de la popularidad de las escenas de caza en los mosaicos se debe a los propietarios, los cuales querían ver reflejadas en los pavimentos de sus casas las actividades favoritas, entre las que la caza ocupaba un lugar privilegiado. Este control del propietario sobre el contenido de las escenas que decoraban sus suelos se incrementa durante el siglo III d.C. con la inclusión de los nombres de las personas y de los animales que intervienen en la acción. Esto se atestigua muy claramente en mosaicos tunecinos como Althiburos o Oudna y en mosaicos hispanos como los de Conimbriga.
La moda de identificar a las figuras por sus nombres no se restringió a las escenas de caza realistas, sino que alcanzó también a otros campos: de esta forma, el propietario quería inmortalizar a sus animales favoritos, a sus esclavos preferidos, a los caballos que le habían proporcionado honor en el circo. En el siglo IV d.C., la asociación entre la escena y el propietario se refuerza con la representación de la villa de donde parte la comitiva o el dominus para la caza.
Los mosaicos no solamente tienen un valor documental como reflejo de la sociedad de la época, sino que al mismo tiempo contienen un fuerte simbolismo en relación a conceptos filosóficos, con los que el propietario se sentía más o menos identificados. Uno de estos conceptos es de profundo arraigo en el alma romana, el del la virtus. La población romana estaba realmente obsesionada por la idea del Bien y del mal, y en último término porque prevaleciera aquella sobre ésta. Es una constante del pensamiento romano: la exaltación de la virtus o de la victoria, materializada en los distintos episodios mitológicos y también en las escenas de circo y caza. Así, en los mosaicos de caza se representan frecuentemente luchas de animales salvajes entre sí.
En todos los casos, los mosaicos de caza, que adornan los suelos de las grandes villas del Bajo Imperio reflejan la forma de vida de los grandes latifundistas y constituyen un símbolo de status social de la clase dominante de los possesores. Es una forma puramente material de glorificar al propietario mostrando sus posesiones y sus actividades favoritas, pero sobre todo de realzar su virtus, es decir, su poder a través de la victoria.
Otra modalidad de caza en la musivaria romana es la captura de fieras vivas para el anfiteatro, que suele hacerse con redes, con lazos y con perros. El empleo de perros y redes también en cacerías realistas, como sistemas de llevar y acorralar a los animales en un lugar determinado para darles caza, este aspecto aparece en:

  • Mosaico de Cartago-Dermech.
  • Mosaico de la Gran Caza de Piazza Armerina.
Detalle del Mosaico de la Gran Caza de Piazza Armerina
Fuente: http://milviatges.com/2016/villa-romana-del-casale-mosaicos-sicilia [consultado 19/12/2017]


A veces también es difícil distinguir las cacerías reales de las organizadas en los anfiteatros, en donde la arena se convertía, en ocasiones, en un auténtico bosque plagado de animales de todos las especies. Probablemente el mosaico tunecino de Le Kef, del siglo III d.C., con avestruces y gacelas encerradas dentro de una red, representa una escena de anfiteatro ya que no es lógico que ambas especies pudieran ser capturadas en la misma cacería. En los espectáculos de las venationes, el emperador solía demostrar su virtus desde lo alto del podio del anfiteatro, lanzando flechas o jabalinas contra las fieras.
El anfiteatro venía a ser una adaptación itálica del paradeisos oriental, tranformándose en el parque de caza del emperador y en el vehículo de propaganda imperial. De esta forma, las escenas de caza adquieren una connotación específica imperial: la caza, sobre todo del león, era un deporte real en el que se jugaba no sólo la virtus romana sino tambien la virtus Augusti, es decir, la virtus del emperador. Es decir, que para el propietario que decoraba su casa con escenas que reflejan la popularidad de la caza como deporte de la clase privilegiada de la sociedad romana, había también un elemento añadido de gloria y no sólo de virtus. He aquí la razón de porqué los mosaicos con estos temas de cacería aparecen en contextos de prestigio dentro de la estructura de las villas, especialmente aparecen en o cerca de los triclinia.
A modo de conclusión, se puede decir que con todos los ejemplos de mosaicos he pretendido demostrar cómo los mosaicos con escenas de cacería, tanto realistas cómo de anfiteatro, no tienen un carácter simplemente decorativo como algunos investigadores pretenden, sino que forman parte de los que Grabar llama "ciclos de los latifundia", reflejando la forma de vida de la aristocracia romana a partir del siglo III d.C. pero sobre todo del Bajo Imperio, que es cuando la iconografía de la caza en los mosaicos alcanza su máximo riqueza.
Bibliografía:
DUNABIN, K.M.D (1978): The mosaics of Roman North Africa. Oxford, p. 46.
GRABAR, A (1962): "Programmes iconographiques a` l´ usage des propiétaires des latifundia romains" Cah.Arch, 12, pp.394-395.
LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe (1990): "El programa iconográfico de la Casa de los Surtidores en Conimbriga". Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, H ª Antigua, pp. 199-232.
LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe (1991):"La caza en el mosaico Romano. Iconografía y Simbolismo". Arte, sociedad, economía y religión durante el Bajo Imperio y la Antigüedad Tardía, VII, pp. 497-512.
REDAELLI, Sara (2014): "Il catalogo nautico del mosaico di Althiburos: considerazioni sulle sue fonti testualli". Sylloge Epigraphica Barcinonensis, XII, pp. 105-144.
SAINT, Cristina (2013): El tema de la caza en los mosaicos romanos de Piazza Armerina. Su relacíon con el norte de Africa. Universidad de Palermo, pp.
WILSON, R.J.A (1981): Mosaics, Mosaist and Patrons. J.R,S. p. 174.

Comentarios

  1. Debarías corregir el error que tienes respecto al Detalle del Mosaico de la Gran Caza de Piazza Armerina.
    No es de la Gran caza sino que, si te fijas en la imagen que has puesto, pertenece a la Piccola caccia-La pequeña caza.

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