Reflejo del vino y la vendimia en los mosaicos romanos

Luis Hernández Español

En las siguientes líneas voy a analizar la relevancia del vino en la sociedad romana mediante un estudio de la representación de la explotación de las vides en los mosaicos. En primer lugar, explicaré la manera en la que aparece representada la explotación de las vides en los mosaicos para después concluir con la importancia en tiempos romanos del vino.
Los mosaicos son obra de talleres o artífices de mejor o peor oficio, son fruto de la energía creadora y artesanal de las mentes y manos de seres que vivieron durante la etapa imperial romana. Los mosaicos ofrecen una extraordinaria información sobre múltiples aspectos espirituales y materiales de la civilización romana.
Los mosaicos aportan un vasto y variado panorama de parte del complejo proceso que conlleva la viticultura que va desde la representación de vides, emparradas o no, más o menos aisladas, en un paisaje rural heterogéneo, pasando por la representación de relativamente extensos viñedos, incorporados a otras escenas; la representación de la preparación de la tierra de la viña; la representación de la vendimia; la del transporte del fruto al lagar; la de la pisa de las uvas en las tinas, en las prensas; la representación del envasado del vino en ánforas de barro o en odres (culleus) de cierto tamaño, impermeabilizados sobre todo con pez y resina que aportaban un sabor estimado por los que lo consumían; la representación de la salida al mercado cargados en mulas en carros; en embarcaciones fluviales o marítimas, cuando se plantea la estrategia productiva excedentaria, y finalmente la representación del consumo del vino.
Tales escenas que aparecen en los mosaicos pueden contrastarse con los datos de los agrónomos latinos Varrón y Columela. El procedimiento más completo que explique el proceso de elaboración del vino es el descrito por Columela, en el libro XII de su famoso De agri cultura.
La importancia de la vid en la sociedad romana puede verse en la amplia representación de la misma en los mosaicos. La vid constituye y constituyó en tiempos antiguos uno de los tres cultivos propios del Mediterráneo. Además aquellos latifundistas que podían, dedicaron sectores de parcelas muy significativos a la plantación de cepas, que llegaron a cubrir grandes extensiones de terreno. El trabajo en los viñedos movió una notable mano de obra, asalariada o escalva. El comercio derivado del beneficio del fruto de la vid, el vino, supuso un gran movimiento comercial terrestre, fluvial o martítimo, y un fortísimo aporte de ingresos al erario romano. Además, la representación de vides y del trabajo asociado a ellas, adquirió el carácter alegórico vegetal del otoño, de esta manera, en algunos mosaicos que se quiere representar las estaciones del año, en numerosos casos, el otoño, es representado con imágenes de la vendimia.
Dentro de las representaciones musivarias referentes a la vid, se recogen los distintos momentos de explotación y consumo de esta materia prima:
  1. La Vendima
  2. La pisa o la prensa
  3. Otras labores
  4. Sistemas de sujeción de las vides y técnicas adyacentes
1. La Vendimia:
Antes de entrar de lleno en las faenas de la recogida del fruto, los campesinos deben tener perfectamente preparado todo aquello que es necesario para recoger los racimos destinados a la prensa, es decir, herramientas, medios de transporte, recipientes para recoger el mosto, recipientes para que fermente.
La vendimia puede componer en mosaicos una escena principal, prácticamente nunca única, o bien, un pequeño detalle o fragmento. 


Dos escenas de vendimia. Mosaico de Cherchell (Argelia)
Fuente: https://domus-romana.blogspot.com.es/2017/09/vinalia-vendimia-y-fiestas-del-vino-en.html

2. La pisa o prensa:
La pisa o prensa de la uva recién vendimiada en el lagar, para obtener el mosto, separando la pulpa del hollejo, está absolutamente vinculada a la vendimia.
La prensa supone una actividad dura, pero desde los primeros tiempos se le fue dando cierto carácter festivo. En el transcurso de la misma, los protagonistas cantan y oscilan el cuerpo, semejando un baile muy simple, sirviendo para hacer más llevadera la prensa y para ayudar a la misma con el fuerte impulso, evitando esfuerzos innecesarios. De hecho, fue costumbre entre las cuadrillas de trabajadores, durante algunos quehaceres agrícolas cantar y si procedía, por las circunstancias de la actividad, y adecuándolos a las mismas, ejecutar brincos que en épocas posteriores dieron lugar a expresiones rítmicas.
Adyacente a los viñedos se halla el lagar, en el que se encuentran las prensas cuyo número es proporcional a la superficie del campo en cuestión. Los lugares en los que se producía la fermentación y el envejecimiento del vino y su consecuente conservación no eran subterráneos hasta la época de las invasiones bárbaras, en cuyo tiempo, al esconder el vino bajo tierra para salvarlo del saqueo, se descubrió que evolucionaba más lentamente, pero se conservaba en mejores condiciones. Con anterioridad, el vino tendía a envejecerse al lado de chimeneas, en estancias específicas  para tal cometido.
Otras estancias sirven para el almacenaje de los recipientes y del utillaje necesario para la vendimia; para preservar de la intemperie las herramientas usadas en el trabajo de la tierra y en el tratamiento de las vides; para conservar la madera y las ataduras escogidas para nuevos soportes.
En la mayor parte de las representaciones musivarias de esta actividad, contemplamos a los hombres apenas vestidos con un ceñidor. La actitud de los protagonistas es muy característica: tomados de las manos, con una pierna flexionada en ángulo para aplicar el golpeo, y sosteniendo el peso del cuerpo sobre la otra pierna. En ninguna escena de los mosaicos, estos hombres se muestran cansados ni agobiados por esta actividad.
La pisa, propiamente dicha, generalmente asociada a escenas de vendimia la podemos contemplar en los siguientes mosaicos, entre otros: 
  • Mosaico de Cherchell (Argelia): es un mosaico que se encuentra muy deteriorado. Datado entre el 200 y 220 d.C. Se representan a tres varones, con ceñidores de piel de leopardo que aplastan la uva, que rebosa en una cuba rectangular. El mosto se vierte a los dolia a través de una espita integrada en la prensa. Un cuarto vendimiador se encuentra arrojando al lugar de pisado los racimos contenidos en un cesto. En este mismo mosaico, con un preciso género narrativo, se desarrolla el ambiente de la vendimia y en general el del trabajo de una granja, también se dispuso la pisa de la uva, pero el panel está muy mal conservado.
  • Mosaico de El Calendario de la Casa de las Musas en  El Djem, datado en el año 22 d.C., interesa el registro correspondiente del mes de septiembre. En él , dos varones, con un ceñidor ligero, consiguen el mosto de la uva, recogida en un depósito rectangular, y para tener más equilibrio y fuerza se aferran con ambas manos a cuerdas, articuladas a otra transversal, ésta encima de las cabeza de las dos figuras.
  • Mosaico de la Casa del Anfiteatro de Mérida, tres varones,  una cantidad que tiende a ser prototípica, prensan los racimos recolectados, situados en una gran cuba rectangular. La figura del centro tiene una barba muy marcada. Las figuras laterales se apoyan en garrotes finos y nudosos. El líquido vierte en tres grandes recipientes con asas.
Detalle del Mosaico de los Pisadores de uva en la Casa del Anfiteatro de Mérida
Consorcio de la ciudad monumental de Mérida
Fuente: http://www.guiaarqueologicaciudadespatrimonio.org/merida-itinerario-iv-i 
  • Mosaico de Baco de Complutm, un mosaico datada entre fines del siglo IV d.C. y comienzos del siglo siguiente. La prensa está emplazada bajo el panel principal, cuya figura protagonista es Dionisio, con ménades,sátiro y dos series de leopardos, afrontados a cráteras a derecha e izquierda del panel central. Los tres pisadores, situados en una prensa estrecha y alargada, que tiende hacia la forma rectangular. Las uvas son apreciables, ordenadas de manera irreal y simétrica. El resto de la cuba desciende por tubos a unos grandes dolia situados bajo la pierna izquierda de cada uno de los tres hombres. A ambos lados de las tres figuras centrales, dos vendimiadores marchan hacia ellas, asiendo en la mano derecha el pedum, éstos con similares rasgos de roleo vegetal que los dos pisadores, y cargando ambos sobre el hombro izquierdo un canasto de uvas, significadas de igual manera que las del lagar, con la misión de vaciarlo en él. Visten también el ceñidor de leopardo.
3. Otras labores:
Concerniente a la incorporación de quehaceres del agro, referentes al cuidado de las cepas, es muy destacable, otra vez el Mosaico de Cherchell. En este mosaico, estas tareas aparecen en cuatro registros que representan distintas actividades del proceso:
  • Registro 1- Arado:
La tierra se abre por el arado de reja, el vomer, manejado por un hombre, el arator y arrastrado por una yunta de bueyes.
  • Registro 2- Siembra:
 El campesino siembra delante de la yunta de bueyes
  • Registros 3 y 4- Tratamiento del viñedo (no específicamente la vendimia): 
Se desarrollan labores dedicadas a la preparación de las vides, cuando la hoja no está presente, porque o no ha nacido o porque se ha perdido.
Mosaico de Cherchell (Argelia). Otras labores
Fuente:https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Travail_de_la_vigne_Cherchell.jpg

4. Sistemas de sujeción de las vides y técnicas adyacentes:
Las vitáceas, a cuya familia pertenece la vid, son plantas trepadores con el tronco corto, retorcido y leñoso cuando pasan algunos años. Sin intervención humana, habiendo árboles en la vecindad o en el soporte que fuere, la vid se encarama a ellos mediante los zarcillos. Si la cepa no se encuentra con soportes en su camino, engruesa y los sarmientos quedan rampantes.
En la agricultura romana advertimos un sistema sofisticado de tratamiento de los viñedos que, con las variantes inherentes a los avances tecnológicos, casi ha perdurado hasta la actualidad. Los viticultores romanos pusieron especial énfasis en evitar que los sarmientos reptaran por los suelos. 
En algunas provincias de Imperio, probablemente la población indígena anterior tuvo un gran influjo sobre la población romana del momento lo que significó que  prosiguieran con sus sistemas tradicionales respecto al cultivo de la tierra. En ese sistema tradicional,  las cepas no se emparran, aunque en ocasiones, se admiten pequeñas estacas como soporte.
En la mayoría de las regiones del Imperio, los viticultores adoptaton a sus plantaciones de vides el sistema de emparrado, tenido por más efectivo si se encontraba en zonas de clima árido, como la Bética o el norte de África. En estas zonas, para evitar la excesiva insolación instalaban sombrajos de junco, lino o esparto.
En este momento se plantea la pregunta de ¿qué se utilizaría más? ¿la vid baja o la vid emparrada?
Por cuestión de la menor calidad de los abonos y de los cuidados que en la actualidad, las vides no crecían tanto ni con tanta exhuberancia en tiempos de Roma como en la actualidad, esto hacía que el aire corriera más libremente entre ellas. Éste sería un motivo de preferencia del emparrado. Otro motivo podría ser la simple costumbre o tradición de este sistema de emparrado frente a la vid baja, sin emparrado.
En la mayor parte de los viñedos de época romana, las vides estaban emparradas. Ésto se atestigua en la representación mayoritaria de emparrados en los mosaicos. Los agricultores atendían a que los sistemas de sujeción estuvieran en las condiciones óptimas, se debía examinar todo el entramado en los últimos días de abril. Previamente, se preparaba todo el maderamen y las ataduras durante las heladas invernales.
Siempre el consumo del vino ha dependido de las costumbres sociales y religiosas, sin olvidarnos del precio, que no parece que haya sido excesivo, al menos del vino corriente.
Por lo general, sólo bebían los hombres líderes mayores de edad, para la mujer, en cambio, la situación es diferente, pues la prohibición, está señalada tanto por los autores griegos como los latinos. La mujer romana no se ocupaba de la administración de la bodega y, es más, estaba bajo la vigilancia de sus parientes.
Menos conocido es un segundo tipo de vino de orujo denominado murina o musola que, al igual que el lora si estaba permitido a las mujeres romanas. Así pues, tanto mujeres como esclavos, aunque por motivos diferentes bebían solamente este tipo de vino totalmente secundarios. La prohibición se extiende únicamente a los vinos fermentados.
En las obras de agricultura de los autores clásicos encontramos varias clases de vino, los cuales son diferentes por naturaleza, dependiendo del tipo de uva de la que se obtenga, o si han sido alterados con agua o con diferentes sustancias.
Un elemento que nunca faltaba en la cocina romana era el vino, usado como bebida como he explicado en la párrafos anteriores y que a menudo era rebajado con agua, o bien como ingrediente en los más diversos platos.
La población más pobre, los campesinos y los soldados bebían la posca que era una mezcla de agua y vino picado.
Entre las funciones del vino, destaca el del poder misterioso en el espíritu. Un aspecto que impresionó a los romanos desde la Época Arcaica. De éste ámbito mediterráneo, por el vino y su poder sobre la psique, entre otras cosas, podemos deducir la gran importancia y carácter sacro que tuvo y que tiene el vino para el cristianismo.
Aparte de los cuidados puramente agrícolas a las vides, cuando llega la vendimia hay que disponer no pocas cosas si se desea lograr un buen vino. Por ejemplo, se debe preparar bien los cestos para la recogida. Los racimos no han de arrancarse a mano, sino con hocinillos para que se caigan al suelo durante su recogida. También, todos los lugares donde se haya de verter la uva habrán de estar muy limpios, lo mismo que las prensas, lagares y los distintos recipientes, que serán lavados con agua de mar y agua dulce posteriormente. Y se untarán de pez cuarenta días antes de la vendimia.
El vino se bebía en copas muy anchas y de poca hondura para facilitar la decantación del líquido. El vino se bebía por sí mismo, porque daba calor y alimentaba, mas que por el placer gastronómico. El vino era omnipresente, pero de baja calidad; casi nunca se bebía puro, lo que era visto como un signo de incivilidad y barbarie.



Bibliografía:
FATÁS CABEZA, Guillermo (2002): Agua, sal, pan, vino y aceite en Roma. Institución "Fernando el Católico". Zaragoza, pp. 191-199.
FORNIELLES MEDINA, María Francisca; MARTOS MONTIEL, Juan Francisco (2013): "Cómo (y qué) comían los romanos". Thamyris, 4, pp. 243-252.
GARCÍA-GELABERT PÉREZ, María Pilar; GARCÍA-GELABERT, E (2009-2010): “Reflejo de la vendimia y aplicaciones derivadas en los textos clásicos en los Mosaicos de Hispania y África y en Sarcófagos”. HISPANIA ANTIQVA XXXIII-XXXIV,  Universidad de Valladolid, pp 187-224.
REAL TORRES, Carolina (1992):  "El vino como alimento y medicina en la sociedad romana". Fortunatae: Revista canaria de filología, cultura y humanidades clásicas, 3, pp. 305-314.

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