Luis Hernández Español
El único testimonio escrito acerca
de la fundación de Itálica se ha transmitido en la obra de Apiano que describe
las circunstancias históricas del establecimiento de la ciudad, en un intento
de ennoblecer el origen de la patria de Adriano.
Planta del yacimiento de Itálica
(Sevilla)
Fuente:
http://www.spanisharts.com/arquitectura/imagenes/roma/ciudad_italica.html
(consultado 26/10/2017)
La fundación se ha contemplando
durante años como consecuencia directa de la Batalla de Ilipa (206 a.C.), en la
que los romanos y cartagineses dirimieron su pugna por el dominio de la
Península Ibérica. La investigación reciente, en éste como en tantos casos que
afectan a la ciudad bética, ha generado una visión más matizada de la fundación
del asentamiento, considerándolo no tanto
el fruto de una batalla puntual como el resultado de una actitud
planificada dentro de la estrategia destinada a consolidar el dominio romano en
el Valle del Guadalquivir durante los últimos años de la Segunda Guerra Púnica.
Además, posiblemente, como punto fijo, logístico y administrativo para las
operaciones romanas, independientemente de la práctica de los campamentos
móviles, tan frecuentes en época republicana (Canto, 1999: pp. 145-192).
Las características de este primer
asentamiento romano no se conocen con certeza, ya que sus fases más antiguas se
hallan sepultadas bajo el casco urbano del moderno pueblo de Santiponce. Éste
fue en origen un pequeño caserío en la Isla del Hierro, próxima a La Cartuja,
que fue trasladado a su actual ubicación tras sufrir dos avenidas del
Guadalquivir en 1595 y 1603, respectivamente. Su destino era ocupar las
denominadas eras del monasterio de San Isidro, terreno de labor dependiente de
los monjes en el que se había convertido el solar de la antigua Itálica tras su
completo abandono. La existencia de la población moderna superpuesta a la
antigua ha imposibilitado la investigación sistemática en la zona, por lo que
aún se plantean muchos interrogantes acerca de estas primeras fases tempranas
de la historia y la topografía de la ciudad romana y de su relación con un
asentamiento turdetano previo de cuya existencia e importancia hoy no se duda.
Nuestro conocimiento de la ciudad
hasta época de Augusto es muy escaso, y sólo en este momento podemos afirmar
con certeza que Itálica ha recibido ya el estatuto municipal, como puede
observarse en las primeras monedas acuñadas en la ciudad. Con Augusto, se
normalizan la administración, los sistemas de acceso al poder, y también como
manifestación de este nuevo estatuto, se inicia el proceso de
“monumentalización”, al igual que se documenta en otras ciudades de la Bética
como Colonia Patricia, Baelo Claudia o
Carmo. En Itálica este fenómeno es visible particularmente en el teatro, cuyas
primeras fases datan de estos momentos.
La fragmentaria documentación
disponible sugiere un panorama de creciente importancia económica y política de
algunas familias italicenses que, enriquecidas a través de la producción y el
comercio, entran progresivamente a formar parte de la clase senatorial de Roma.
Su participación en las magistraturas locales y su paulatino ascenso político y
social dentro de la provincia promocionaron a estas familias hasta el ordo senatorialis, al que pertenecen los
Aelii desde la época de Augusto y los
Trahii desde la década de los
sesenta. Es mérito de Itálica el haber proporcionado a Roma más senadores que
ninguna otra ciudad de la Bética.
La fase que nos resulta mejor
conocida de la ciudad y del urbanismo italicense se data precisamente
coincidiendo con los reinados de Trajano y Adriano. Por un lado, los
italicenses solicitaron al propio Adriano que transformara su estatuto
jurídico, otorgándoles de paso de municipio a colonia, cambio que, aún con la
extrañeza del emperador, les fue concedido. También en este momento, aunque sin
descartar que en época de su predecesor se hubiera llevado a cabo alguna
transformación o ampliación urbanística de cierta importancia se promueve la construcción
de una gran ampliación de la ciudad. Es la bautizada Nova urbs, una ampliación de
Itálica sobre terrenos anteriormente no urbanizados y que coincide en gran
parte con la zona hoy visitable del Conjunto Arqueológico de Itálica.
Esta nueva urbanización se expande
hacia el norte de la ciudad sobre terrenos anteriormente no edificados,
ampliándose el perímetro de la ciudad de 13,5 a 51,1 ha. Su estructura urbana,
a la que se dota de un nuevo recinto murario, está caracterizada por un
entramado ortogonal de amplios ejes viarios al estilo oriental que forman 48 insulae, la mayor parte de ellas
rectangulares. En el interior de estas manzanas existen grandes áreas públicas
como el llamado Traianeum, y zonas de
recreo, como las Termas Mayores y la llamada “palestra”. Probablemente la
ciudad de Itálica contara también con un circo, aunque todavía no haya sido
localizado. Estas obras llevadas a cabo en la ciudad contarían sin duda con el
concurso del emperador. Otra parte importante de la superficie urbana de esta
ampliación está destinada a la ocupación
doméstica. Se trata de grandes mansiones señoriales, con numerosas estancias de
recepción y un importante despliegue decorativo, cuyas plantas reflejan las
tendencias de la arquitectura doméstica del imperio. Son estas viviendas las
que concentraron la mayor parte de los mosaicos decorativos.
Tras un breve periodo de tiempo,
esta parte de la ciudad entra en un periodo de descuido urbanístico. Corrobora
este hecho el dato de que la decoración arquitectónica de la gran obra que presidia la ampliación,
el Traianeum, no pudo llegar a
completarse, como ocurre con cierta frecuencia en los grandes edificios que se
proyectan para ser terminados en varias generaciones. Sus mármoles fueron
reutilizados poco más tarde en un taller cercano. En las casas se han
documentado también signos de fuego y apuñalamientos de los techos que indican
que algunas casas apuntaban ruina. Para explicar este proceso de urbanismo no
culminado y de abandono, se esgrimen diversos factores que confluyen en un
“agotamiento de las elites urbanas” que se plasma de manera particular en la
decadencia de este proyecto urbanístico escasamente sostenible una vez
superadas las circunstancias de su nacimiento. Algunas pruebas arqueológicas
indican cierto aprovechamiento industrial de parte del área de la Nova Urbs, con la aparición de talleres
artesanales, mientras que aparentemente la Vetus
Urbs continuaría su secuencia de ocupación, aunque los datos de esta zona
son enormemente parciales. Algún tiempo después, la ampliación adrianea en su
parte más adyacente al pueblo de Santiponce, es otra vez “colonizada” por los
habitantes de Itálica y se construye una muralla definida en la prospección
geofísica del área, y datada de manera genérica por sus descubridores en un
periodo que va desde finales del siglo III a inicios del siglo V.
A partir de este momento, la “monumentalización”
de Itálica y la información disponible sobre ella está ligada exclusivamente al
desarrollo del cristianismo y al ámbito funerario, sobre todo procedente de las
antiguas excavaciones de la necrópolis de la Vegueta. Es también conocido, a
través de Hidacio, que la ciudad fue tomada después por vándalos y godos. Esta
Itálica cristiana tuvo también su importancia, como demuestra el hecho de la
existencia de un episcopado de Itálica, que se mantuvo independiente de su
poderoso vecino hispalense. Prueba de ello es la participación de los obispos
italicenses en los Concilios hispanos a partir del 589 y hasta la invasión del
712. Tras la invasión, la ciudad pervivió bajo el dominio musulmán, como deja
ver la permanencia del topónimo Campos de
Talca, que probablemente provenga del árabe Taliqa, con el que se identificó Itálica, y la existencia de
algunas construcciones y materiales asociados musulmanes en reciente
investigaciones arqueológicas.
El despoblado de Itálica se
transformará después en las eras del Monasterio de San Isidoro del Campo, y su
memoria y ruinas vivirán enterradas bajo las tierras de labranza. Será a
principios del siglo XVIII cuando comiencen las excavaciones que desentierren
el pasado de la ciudad romana (CANTO, 1999: pp.20-27).
El descubrimiento de los mosaicos de Itálica:
El descubrimiento de los mosaicos italicenses se ha dilatado
durante más de dos siglos, discurriendo en paralelo a varios factores. Por un
lado, a la dinámica del conocimiento científico de las ruinas romanas, escalonado
e irregular, a través de la realización de algunas excavaciones más o menos sistemáticas
que se iniciaron a comienzos del siglo XIX. Por otro, a las exploraciones de los vecinos de Santiponce, de comerciantes
o de mecenas que, movidos por el interés económico o artístico, llevaron a cabo
una serie de búsquedas que tenían como fin principal la recuperación de
manufacturas, hasta los años en los que el estado se hace con el monopolio de
la recuperación de antigüedades, según la ley del 7 de julio de 1911 y su
desarrollo en el reglamento de 1 de marzo de 1912. Tercero y no menor
importante es el crecimiento del pueblo de Santiponce, que hasta nuestros días
se expande por el antiguo solar de Itálica, condicionando el destino de todos
los monumentos que aparecen en su subsuelo.
Esta multiplicidad de
circunstancias, unida al cambiante desarrollo del concepto de Patrimonio desde
los inicios del siglo XIX hasta nuestros días, determina las distintas suertes
que a lo largo del tiempo corren los mosaicos de la antigua ciudad de Itálica,
muchos de ellos perdidos, otros trasladados a colecciones privadas y museos y
otros aún in situ en el Conjunto Arqueológico de Itálica.
Colonización y alteración por líquenes y briofitos (musgos)
Las rocas pueden sufrir procesos de
alteración de tres tipos:
·
Físicos- Destrucción mecánica.
·
Químicos- Debido a sustancias agresivas, presentes en
la atmósfera.
·
Biológicos- Se deben a la influencia ejercida por
organismos vivos sobre los materiales pétreos.
o Bacterias.
o Algas.
o Líquenes.
o Hongos.
o Briofitos.
o Animales.
El tipo y la abundancia de
organismos vivos sobre la piedra depende de la naturaleza del sustrato
(textura, pH, humedad, cantidad de nutrientes,…), las condiciones climáticas
(especialmente las condiciones micro climáticas y también el grado de
polución).
Las algas se desarrollan sobre
piedras porosas cuando se dan la temperatura y la humedad perfecta. Pero cuando
las circunstancias climáticas son secas, las algas mueren, aunque las esporas
permanecen, permitiéndoles volver a crecer cuando las condiciones vuelven a ser
favorables para su desarrollo.
Los líquenes se desarrollan muy
lentamente y son muy resistentes a las condiciones extremas de temperatura y
humedad.
El estado general de conservación
en que se encuentran los mosaicos y pavimentos es lamentable y alarmante y
entre las principales causas de este deterioro caben citarse la presencia de
arcillas expansivas en el subsuelo, las condiciones de humedad, las
temperaturas extremas, las intervenciones inadecuadas, el abandono, las
eflorescencias, los accidentes de diversa índole y el efecto de la fauna y la
flora (macroscópica y la microscópica).
Las principales consecuencias sobre
los pavimentos son:
- · Alteración de los morteros.
- · Pérdida de cohesión entre morteros y las teselas.
- · Hundimientos.
- · Elevaciones.
- · Fracturas.
- · Deformaciones.
- · Formación de grietas y fisuras.
- · Falta de materiales y aparición de lagunas.
- · Separación de paños.
- · Erosión de los bordes.
- · Calcinación de teselas.
- · Existencia de sales-soluble e insolubles.
- · Aparición de una variada flora de organismos.
Para ilustrar todo esto, me
centraré en un mosaico de la llamada Casa de Neptuno, pavimento constituido por
teselas blancas, negras y burdeos (calizas en su mayoría) que dibujan un
conjunto de estrellas y flores con una dimensión de 4,9 m*4,5 m. Este mosaico
es llamado “Mosaico con Hexágonos” y se encuentra en el lado sur de la casa,
con acceso desde la habitación del mosaico con Mosaico con Meandro de
Esvásticas. El estado de conservación de este mosaico es devastador. La conocida como Casa del mosaico de Neptuno
fue descubierta por Andrés Parladé en la campaña de 1929-1930, y denominada
Casa 3. En aquellas excavaciones se descubrieron únicamente seis mosaicos que pavimentaban la mitad este de la gran ínsula en su fachada meridional. Esta zona
es la única que refleja Andrés Parladé en sus planos, apenas sin solución de
continuidad con la Casa de la Exedra. José María Luzón en 1970 realizó varias
zanjas de exploración en la mitad occidental de dicha ínsula. El resultado de estas intervenciones fue la aparición de
varias salas conectadas, algunas pavimentadas también con mosaicos.
Mosaico con decoración de hexágonos.
Fuente:
http://mapio.net/pic/p-14269470/
(consultado 26/10/2017).
La superficie de la manzana, entre
las más grandes de la ampliación adrianea, ocupa unos 5500 m², de los cuales
solo se han excavado una cuarta parte. No conocemos por dónde se lleva a cabo la
entrada al edificio, o si acaso tuviera varios accesos, hipotéticamente en los
decumanos II y III o en los cardos 1 o 2. La fábrica parece organizarse en dos
partes. En su lado oriental, cuya arquitectura y función desconocemos, tan sólo
puede apreciarse un largo pasillo que podría ser uno de los deambulatoria de un peristilo que
organizara la parte más oriental del edificio. Abierto a él aparece una gran
sala central a cuyos lados se abren estancias
de menor tamaño, muchas de ellas pavimentadas con mosaicos (Mañas Moreno,
2010: pp. 50-54).
En el área occidental se segrega
una importante área con uso termal (500 m²), en la que aparecen las dos salas
con sistema de calefacción a través de hipocausta
y un probable frigidarium que correspondería
a la sala pavimentada con el mosaico de Neptuno, unido a una piscina y a un
posible banco corrido (Mañas Moreno, 2011: pp. 17-33).
En estos últimos años se ha
propuesto una vocación pública o semipública para la presente construcción. El estudio
del recinto termal y sus grandes proporciones ha venido a confirmar que, por
sus dimensiones y equipamiento, podría tratarse de un balneum de carácter semipúblico. (García Entero, 2005: p. 719).
El mosaico, bicromo, tiene forma ligeramente
rectangular, con un solo tapiz. La banda de enlace está decorada por una cenefa
de semicírculos tangentes que forman una línea de cuadrados cóncavos sobre la
punta en oposición de colores blanco y negro.
El campo se decora mediante una
composición de estrellas de seis puntas que contienen flores de seis hojas
lanceoladas blancas. Las estrellas están inscritas en los hexágonos de un nido
de abejas trazado.
Este diseño geométrico tiene una
relativa implantación en el arte de los mosaicos de tradición severa en la
Península Itálica. El ejemplar de Itálica conserva esta inspiración itálica que
lo hace heredero de ejemplares del siglo I, con su oposición blanquinegra y la
sobriedad de la decoración subordinada, reducida a monótonas combinaciones de
hojas lanceoladas.
Los paralelos procedentes de la
Península Itálica invitan a considerar como fecha más adecuada los años
anteriores a la mitad del siglo II, en consonancia con la mayor parte de
ejemplares de la casa.
En resumen, la prevención del
ataque de los mosaicos por líquenes y briofitos (musgos), es de capital
importancia para su conservación, ya que ambos colonizan los morteros
disgregándolos y favoreciendo una posterior implantación de vegetales
superiores (García Rowe et alii, 1995: pp. 37-39).
Bibliografía
CANTO, Alicia María (1999): “La Vetus Ubs de Itálica, Quince Años
después. La planta hipodámica de D. Demetrio de los Ríos y otras Novedades”. Cuadernos
de prehistoria y arqueología, 25, 2.
GARCÍA ENTERO, Virginia (2005): Los Balnea domésticos- ámbito rural y urbano
en la Hispania Romana. Anejos de Archivo Español de Arqueología, 37,
Madrid.
GARCÍA ROWE, Jorge et alii (1995): “Colonización y
Alteración de Mosaicos Romanos por Líquenes y Briofitos (musgos)”, PH: Boletín del Instituto Andaluz de
Patrimonio Histórico, 3, 11.
MAÑAS MORENO, Irene (2010): Pavimentos decorativos de Itálica
(Santiponce, Sevilla) Un estudio arqueológico. BAR 2081. Oxford.
(2011): Mosaicos Romanos de Itálica (II).
C.S.I.C, Corpus de Mosaicos Romanos de España, XII, pp. 17-33.
Muy buena entrada Luis! La información es muy completa y exhaustiva y da un punto de vista muy arqueológico de los mosaicos y su problemática respecto a su conservación y afectación por procesos postdeposicionales.
ResponderEliminarEl post no sólo permite acercarse a la ciudad Itálica y conocer su devenir histórico, sino que evidencia la importancia de compaginar las fuentes escritas y el registro material. Además, definir procesos erosivo-destructivos que pueden afectar a un elemento arqueológico como son los mosaicos recalca el valor de los mismos, cuya conservación constituye un pequeño milagro.